1.1: Gráfica

- El Grabado Académico (1783 – 1907)

La litografía y el grabado fueron dos de las expresiones artísticas que tuvieron especial importancia en el México decimonónica. En esta época brillaron artistas como Casimiro Castro y José Guadalupe Posada quienes retrataron, cada quien a su manera, la sociedad mexicana. Sus obras son actualmente importantes fuentes para conocer la cultura y la vida cotidiana de los mexicanos de sus tiempos.


La historia del grabado en México se remonta al año 1826, cuando el conde italiano Claudio Linati introdujo a nuestro país la técnica de la litografía. Un poco más tarde, en 1895 José Guadalupe Posada hizo lo mismo con el grabado en zinc, en el que trabajó prácticamente el resto de su vida, pues con su habilidad y su arte, el medio se prestaba a una mayor rapidez de ejecución. La soldadera maderista de la Colección Blaisten es un ejemplo del uso de dicha técnica. 

José  Guadalupe Posada, La soldadera maderista, dibujo en zinc, papel: 35x23.8 cm, s/f

La Revolución Mexicana impuso un estilo diferente, así como un nuevo contenido ideológico; esta nueva visión artística, se caracterizó por una militancia activa y la formación de una conciencia política y nacionalista, tal como lo vemos en la obra de Ángel Zamarripa, donde retrata a uno de los líderes del movimiento armado: Emiliano Zapata, que conforma parte del acervo de la Colección Blaisten.


Angel Zamarripa, Emiliano Zapata, grabado, madera al hilo, Papel: 34x25.4 cm, s/f

En 1921 llegó a México, el artista francés Jean Charlot, cuya obra impulsó a un gran número de artistas mexicanos en el arte del grabado; durante ese mismo año, surgió la revista El Sembrador donde colaboraron con sus grabados artistas como Ramón Alva de la Canal, Ezequiel Negrete, Leopoldo Méndez, Gabriel Fernández Ledesma y Fernando Díaz de León.

  

Leopoldo Méndez, Portada El Sembrador, Grabado, madera de hilo, Papel: 35x23.3 cm, 1931 

En 1924, por iniciativa de José Vasconcelos, se organizó la Feria del Libro en el Palacio de Minería, donde se mostraron por primera vez grabados en madera hechos por Gabriel Fernández Ledesma y grabados en linóleo de Francisco Díaz de León.

Gabriel Fernández Ledesma,  Atrio de Amecameca, grabado, madera de hilo, cedro rojo, Papel: 43.6x34 cm, 1925

Más tarde, en 1928 inició el movimiento ¡30-30!, cuyos manifiestos y su revista ¡30-30! Órgano de los Pintores de México fueron ilustrados por grabados, ya que tanto los directores de las Escuelas al Aire Libre y de los Centros Populares pertenecían a este grupo. Les compartimos una obra de Francisco Díaz de León en relación a dicha publicación y que pertenece al Fondo Díaz de León de la Colección Blaisten.


Francisco Díaz de León, 30-30 órgano de los pintores de México, grabado en madera de pie, Papel: 16.6x13.6 cm, s/f
El año de 1934 vio el surgimiento de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), en medio de un clima de intenso nacionalismo y gran interés de las ideas socialistas. Editaron la revista Frente a Frente que contenía artículos literarios, traducciones y entrevistas, ilustrados con grabados de gran calidad donde se advierte la alianza entre los artistas y las organizaciones de masas. Entre ellos se encontraba Pablo O’Higgings, del cual les compartimos.

Madre indígena que forma parte del acervo de la Colección Blaisten.
Pablo O'Higgings, Madre indígena, litografía, Papel: 17.8x13.5, s/f

Una corporación fundamental en el desarrollo de la gráfica en México fue el Taller de Gráfica Popular, creado en 1937 por iniciativa de Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins y Luis Arenal. La idea principal del taller fue introducir en las artes gráficas un contenido popular y hacerlas de nuevo asequibles a las masas. Por otro lado, brindó la oportunidad a los artistas de imprimir sus propios trabajos, único método que consideraban idóneo para conservar íntegramente su idiosincrasia artística. De la carpeta dedicada al Taller de Gráfica Popular de la Colección Blaisten, les compartimos Tren Revolucionario de Ignacio Aguirre.

Ignacio Aguirre, Tren Revolucionario, Offset, Papel: 21.3x27.4, s/f

En el Taller de Gráfica Popular, prevalecía una filosofía de apoyo a los movimientos obreros y campesinos, enfatizando la importancia de conseguir mejores salarios, la expansión de la educación entre el pueblo, así como terminar con la guerra y el fascismo.

Luis Arenal, Alfabetización, Offset, Papel: 27.3x21.3, s/f

Los principios de dicha corporación establecían que éste era “un centro de trabajo colectivo para la producción funcional y del estudio de las diferentes ramas del grabado y la pintura […] para que su producción beneficie los intereses progresistas y democráticos del pueblo mexicano, principalmente en su lucha contra la reacción fascista.”
Javier Iñiguez, Juárez, Offset, Papel: 21.3x27.3, s/f

En la Escuela de Artes del libro, fundada por el artista Francisco Díaz de León en 1938, el grabador checoslovaco Koloman Sokol inició un taller de experimentación. Dentro de esta escuela Díaz de León impulsó el cartel por considerarlo uno de los medios de propaganda más activos. Les compartimos Al ataque (grabado, madera de pie sobre papel japonés, Papel: 38x32.5 cm) de Sokol, perteneciente a la Colección Blaisten.

Koloman Sokol, Al ataque, grabado, madera de pie sobre papel japonés, Papel: 38x32.5 cm, s/f

En 1947 el grabado recibió un fuerte estímulo con la fundación de la Sociedad Mexicana de Grabadores, cuyo propósito principal era difundir más ampliamente este tipo de arte. Esta forma de expresión ha permanecido vigente hasta nuestros días, incluso ha recibido nuevos impulsos, especialmente en el año de 1967 cuando se creó el grupo “Nuevos Grabadores” como una necesidad de darle al grabado una característica más acorde con las condiciones del momento.


Fuente: 

http://coleccionblaisten.blogspot.mx/2011/06/breve-historia-del-grabado-en-mexico.html

Es increíble ver como el grabado puede transmitir un mensaje sin que si quiera este sea real como la fotografía, algo interesante es que el grabado siempre podrá ir mas allá de lo real, lo que la foto no tiene la capacidad de hacer.


- La Litografía (1826 – 1890)


Casimiro Castro (1826-1889) 

Fue un dibujante, litógrafo y pintor mexicano.  Estudió en la Academia de San Carlos y empezó haciendo litografías para periódicos religiosos y literarios como “El Museo Mexicano” (1843) y “El Gallo Pitagórico” (1845). Es ampliamente reconocido por sus obras “México y sus alrededores” (1855-1856) y “Álbum del Ferrocarril Mexicano” (1872) en el que retrata la vida de los mexicanos y la naturaleza nacional.

En “México y sus alrededores” presenta 42 litografías (31 elaboradas por él mismo) de la ciudad y su entorno, llama la atención que muchas vistas son captadas desde azoteas y globos aerostáticos. Es una joya porque en esta obra aparecen retratos de la vida cotidiana de los mexicanos: tlaquicheros, aguadores, vendedores de víveres, velas y comidas preparadas, luciendo rebozos, mantas, sombreros, huipiles y llevando consigo petates, guacales, canastas, cántaros, y otros personajes y elementos típicos de México.

  
Portada libro México y sus alrededores de Casimiro Castro

Para conmemorar la inauguración del primer ferrocarril mexicano que corría del puerto de Veracruz hasta la Ciudad de México, Casimiro Castro, elaboró junto con otras artistas el “Álbum del Ferrocarril Mexicano” que contiene 24 láminas en cromolitografía con vistas pintadas al aire libre,

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Trajes mexicanos, siglo XIX Grabado, litografía 29x42.9 Casimiro Castro http://abnerchablerivas.blogspot.mx/2016/10/


En este tipo de imágenes se puede apreciar el cómo se vestía anteriormente en el silo xix, las litografias nos permiten conocer a México desde un punto de vista mas romántico.

 La Fotografía (1839 – 1910)

A tan sólo seis meses de haberse inventado, el daguerrotipo, el antecesor de la fotografía, llegó al continente americano en 1839. Desembarcó en el puerto de Veracruz, en donde en donde se realizó la primera “imagen dibujada con luz” del país en el convento de San Francisco. Desde entonces, la fotografía mexicana se expandió sobre sus paisajes, inmortalizando inclusive a las familias que buscaban desesperadamente un retrato itinerante.

Fue así que el daguerrotipo llegó a la ciudad de México, con la esperanza del siglo a sobrevivir como imágenes, en una felicidad eterna. Entre los primeros personajes invitados a posar ante semejante modernidad fue el presidente de aquel entonces, Porfirio Díaz, la fachada del Palacio de Minería, la estatua encuentra de Carlos IV en el patio de la Real y Pontífice Universidad de México, la fachada de la Catedral Metropolitana y la Plaza de Armas.
Sin embargo, el esplendor del daguerrotipo no duró por mucho tiempo, pues comenzaron a llegar otros métodos con precios más accesibles al pueblo; como por ejemplo el ambrotipo, el fermotipo y el colodión húmedo. Fue este último que tuvo un mayor auge comercial entre 1840 y 1847, pues creó la posibilidad de reproducir en serie la misma imagen.
Se abrieron numerosos estudios fotográficos en la ciudad de México, principalmente en la zona centro. Mientras que personajes extranjeros, como John Lloyd Stephens, Frederich Catherwood,  Desirée Charnay y Theodore Tiffereau, llegaron a México para hacer tomas de paisajes de ruinas precolombinas, vistas de la ciudad y hechos bélicos.
Pero no fue si no hasta 1901, cuando los hermanos Valleto, reconocidos fotógrafos mexicanos, montaron el primer estudio fotográfico de la capital porfiriana, y lo ubicaron en la 2º calle de san Francisco #2 –hoy Francisco I. Madero–.  La noticia salió publicada en la revista especializada en fotografía El fotógrafo mexicano.
Durante el porfiriato, la fotografía logró destacarse sobre los otros tipos de arte, ya que la multirreproducción fungió no sólo como recurso publicitario de varios usos sociales, también como método de seguimiento para la construcción de puertos, del Ferrocarril Nacional y de ciertas zonas geográficas distantes de la capital. Eventualmente, fotógrafos extranjeros, como Abel Briquet, Charles B. Walter, W. Scott y William Henry Jackson, comenzaron reproducir una visión del folklore mexicano que estaba prohibida: la de los indígenas.
Con los cambios del movimiento armado de 1910, nuevos temas y diferentes estilos se impusieron en el fotoperiodismo. Las imágenes eran de “atractivos revolucionarios, envalentonadas ‘adelitas’ y decididos ‘juanes’”, las cuales marcaron el encanto fotográfico de la década de los 20. Podría decirse que se trataba de la puesta en escena de una evolución que la ciudad de México –y el país– sufría en el aspecto social, político, económico y cultural. Como resultado de esta nueva vertiente evolutivo del país, nació una nueva generación de fotoartistas como Manuel Álvarez Bravo y Lola Álvarez Bravo.
Para la década de los 30 y 40, en la ciudad de México surge el fotoperiodismo en revistas ilustradas. Si bien se procuraba dar noticias audaces, el espectador se dejaba realmente hipnotizar por los ángulos de toma y los elementos estéticos novedosos. Y entre los trabajos más reconocidos de la época eran los de los miembros de la familia Casasola, Enrique Díaz Reyna, Enrique Delgado, Luis Zendejas y Manuel García.
No fue sino hasta el movimiento estudiantil de 1968 que la fotografía se convirtió en una herramienta para la denuncia social. Inclusive fue gracias a la marcada intención social que los fotorreportajes reforzaban la demanda de un equilibrio frente a las injusticias sociales, económicas y políticas. Gracias a ello, los fotógrafos crearon una década después un matiz nacionalista: el Consejo Mexicano de Fotografía, como promotor de diversos encuentros internacionales.
A partir de entonces, la fotografía de la ciudad poseyó un enfoque estético, enfatizando en la creación de imágenes, el montaje de escenarios y la calidad técnica; tal como fue el trabajo de Mariana Yampolsky, Graciela Iturbide, Pedro Meyer y Gerardo Suter. Actualmente la fotografía ha ampliado sus maneras de realizarse, desde eje organizador de eventos, cursos y conferencias, ediciones en publicaciones hasta medio de denuncia en distintos medios de comunicación.

Si bien la teoría y técnica de la fotografía se ha ampliado, actualmente en la ciudad de México existen numerosos escenarios y centros en los que este arte es el protagonista de nuestras vistas.  Es verdad que sobresalen ciertas propuestas de denuncia social, sin embargo la necesidad del artista refleja la trascendencia de lo estético y lo expresivo a través de las sensaciones atemporales.

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